Luis Vanegas, de 85 años, decidió reconectarse con la práctica que tanta
salud y equilibrio le brindó durante más de 45 años de práctica.
El yoga marca la vida de aquellos que practican esta disciplina. No importa la edad. Ayer, en la actividad “Yoga para todos”, que se desarrolla en el Parque Bicentenario cada último sábado del mes, Luis Alonso Vanegas, de 85 años, se reencontraba con esta disciplina que conoció en Chile, en 1969.
Vestido todo de blanco y con una toalla como alfombra para resistir el firme suelo, Vanegas logró hacer alrededor de 25 minutos de yoga y de forma pausada realizó con éxito algunas “asanas” (posturas).
Sus más de ocho décadas no fueron impedimento para ejercitarse y tratar de darle un descanso a su mente y espíritu. En realidad fueron sus placas de platino en ambos brazos -que fueron implantadas tras un accidente de tránsito- las que le dificultaron concluir la sesión, que dura, aproximadamente una hora y media.
Salió del grupo practicante, conformado por más de 30 personas, y se sentó en una banca de madera. Ahí recordó aquellos días donde su vida se transformó gracias a la iniciación de este deporte.
Aunque Chile fue el país donde se enteró de un nuevo ejercicio mental y físico, fue en República Dominicana donde hizo de sus prácticas un estilo de vida. “En seis meses me sentí una persona completamente diferente. Todos los días, a las 6:00 de la mañana, me levantaba para hacer yoga”, apuntó.
Fueron más de 45 años de la constancia de este hombre, y durante ese camino, también, se interesó por la meditación. “El yoga para mí es el ejercicio sublime para coordinar el cuerpo y la mente. Cada día me sentía con más ánimo en el trabajo, en mis actividades, en todo, y me sentí un hombre más fuerte y más eficiente. Me destaqué tanto en mis obligaciones que hasta llegué a ser el director del Programa Mundial de Alimentos para América Latina y El Caribe de la ONU. Siento que toda esa energía se la debo al yoga”, indicó Vanegas.
Los beneficios a lo largo de sus vida han sido tales, que Venagas “quería ver cómo se sentía el yoga a esta edad”. Por eso, analizó por unos días si era conveniente acercarse al Parque Bicentenario. Con una carcajada reconoció que estaba ansioso por volver a practicar.
Luis Vanegas se jactó de no tener enfermedades crónicas y afirmó que “aquí deberían de haber más jóvenes. Uno tiene muchos problemas en el camino durante la juventud y la yoga ayuda a fortalecerse mental, espiritual y físicamente y nos equilibra la vida”.
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